El cine mexicano a pesar de haber empezado hace una década con una nueva visión de nuestra “realidad”, se ha convertido en un cine pretencioso y con bastantes lagunas narrativas, que terminan por ser telenovelas anecdóticas de hora y media. Sin embargo después de haberle dado la espalda al cine de mi propio país, desde hace un año he regreso a las salas para pagar y ver filmes hechos en México. Con el agrado de que a pesar de las carencias económicas, empieza a surgir un cine, con propuesta, con forma pero sobre todo que sintoniza de manera extraordinaria con la audiencia.
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