

Los amores de la infancia, esos que se te quedan en la mente y en el corazón, pero sobre todo cuando conectas y al pasar de los años, no encuentras esa chispa nuevamente. De eso trata vidas pasadas, un filme sencillo, que evoca en el recuerdo, un viaje a ninguna parte, pero que muestra que hay amores que arden rápido y en paralelo.
Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia profundamente unidos, son separados después de que la familia de Nora emigrara de Corea del Sur. Veinte años después, se reúnen durante una fatídica semana para enfrentarse al amor y al destino.

Si bien no será la gran ganadora de los Oscars, lo cierto es que la cinta es una anécdota sencilla entre dos personas que los une la memoria, que deambulan, pero que al reencontrarse una chispa de lo familiar se encienda nuevamente.
Puedo decir que una de las cosas que más me agradó del filme, es ese sentido no se si llamarlo superioridad Coreana, ante la decadencia americana, donde se revaloran las costumbres sobre el exceso y sin sentido de la vida americana, que si bien no se habla de eso, se deja entre ver cuando Hae conoce a su rival de amores.
A todas luces es un filme intimista que está bien planteado, ambos protagonista logran transmitirnos esa especie de sentimiento que queda truncado por la migración de ella, y que sigue una vez que se reencuentran, lo cual le da credibilidad al asunto.

No creo que esta película sea como para analizarse durante horas, pues tampoco da para tanto, como digo es una anécdota, un suspiro y hasta ahí.
Es muy buena y una vez que las luces se prenden sales con una sonrisa de oreja a oreja, no por el final (obvio) sino por presenciar este tipo de historias, que puede que algunos se sientan identificados con ella.
Vidas Pasadas una joyita sencilla pero reluciente.
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