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La serie Divergente ha sido una sorpresa desde sus inicios, esto debido a que a pesar de ser una historia ya contada y una producción de mediano pelo, aun así, ha sabido como capturar nuestra atención, así como dejarnos un buen sabor de boca ante la buena ejecución de su dirección.
Pues bien, con las ganas de seguir con la aventura y de una muy buena segunda parte, llega Leal, cinta en la cual somos testigos de como la protagonista y compañía abandonan la ciudad y van en busca de aquellas personas que les revelaron el misterio de las Facciones.
La producción empieza bien y promete, pues el asunto de escapar y la nueva tiranía en el poder calientan los motores para mas adrenalina, sin embargo, una vez que llegan a la “tierra prometida” se empiezan a estancarse las cosas. Sobre todo porque todo el elenco cae en una pasividad absurda y en ciertas ocasiones un reciclaje de historia.
Conforme se van revelando los misterios, se va perdiendo cierto encanto. Tal vez por lo inverosímil de ciertas cosas e historias o porque la creadora de esta historia se le seco el cerebro.
Tanto es el estancamiento que hasta la pareja protagonista con todo y peleas se vuelve monotonos, lo cual es un punto menos, pues en si ellos son el pilar de todo el meollo del asunto. No contento con todo esto, la onda de los “Puros” vuelve aun mas ñoña a la situación por la cual pasan los chicos y llega un momento en que todo se vuelve muy burocrático.
Leal por ser dividida para la pantalla grande es un puente para algo más, perdiendo la oportunidad de convertirse en otro escalón solido y se conforma con ir preparando los hilos para una nueva entrega. No es mala, pero no supera a las primeras cintas.
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