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Otra película que retoma el texto de William Shakespeare y lo traduce en un ejercicio visual, cargado y con momentos bastante emotivos, es como se podría resumir esta cinta, que tiene como protagonista a Marion Cotillard y Michael Fassbender.
La producción es un ejercicio de contemplación, con escenas largas y hetereas, donde el director trata de adentrarse en esa aura de lo sobrenatural, sobre como Macbeth siguió su destino sin darse cuenta que al querer cambiar su desenlace solamente se acercaba más a el.
La actuación de Marion Cotillard es muy buena, entregándonos a esta esposa manipuladora y agresiva en contra de los designios de la vida. Mujer que ambiciona el poder pero que no tiene idea de lo que pueden desencadenar sus palabras repletas de veneno.
Por otro lado Michael Fassbender hace suyo el papel y demuestra porque es uno de los grandes actores, pues lleva consigo una gran carga por el tipo de material en el cual se basa el guión, y nos entrega un personaje que pasa del valor a la decadencia y el odio.
La producción esta muy bien cuidada, cabe mencionar que la fotografía es gloriosa, hace de este relato un lugar infinito, lejos de lo mundano. La música, el vestuario y la escenografía a pesar de ser escuetos, le da realismo al filme, lo cual se agradece, por no caer en una pantomima de la época.
La película en general esta muy bien lograda, tiene algunos momentos lentos y de bostezo, pero es más por la pluma del escritor ingles que es así como concibió la obra, que por la dirección del filme.
Macbeth es una forma bastante ligera de leer esta historia de forma cómoda y visualmente llamativa, aunque eso no le quita sus valores de producción y mucho menos interpretativos.
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