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Michel Gondry es uno de esos directores que presentan en cada una de sus cintas, propuestas visuales interesantes, que rayan en el delirio y la belleza a temporal. Amor Índigo es una tragicomedia en toda la extensión de la palabra, una oda al amor, sus goces y sus infiernos.
Protagonizada por Audrey Tautou y Romain Duris, la historia deambula por las calles de París, de un joven de clase acomodada, donde su vida es brillante; buscando lo único que no tiene: Amor. Cuando a su vida llega esa chica especial con quien compartirá el resto de sus días, se enfrentara a los embates de la realidad.

La historia en esencia es sencilla, sin embargo las sublecturas que encontramos en esta Paris surrealista, sobre la frivolidad de la opulencia, así como la adicción de las ideas o cualquier cosa que nos obsesione, es bastante acertado. Así como la falta de humanidad hoy en día y las formas de trabajo que llevan a las personas, hacer cualquier cosa por un salario.
Este mundo creado por Gondry es bastante sorprendente, si bien no el mejor de su carrera, si atrae a cada segundo la pupila del espectador, pues no hay momento en el que haya algún cambio interesante, a lo que uno creía que era real.

En los aspectos artísticos el filme es excelente: la música, el diseño de arte es sublime, así como la fotografía. No obstante es esta historia simple de dos personas quienes nos atrapan. Ambos carismáticos, así como su ingenuidad y ese amor tan cálido, que los une hasta las ultimas consecuencias.
Vale la pena mucho ver esta propuesta, ya que tiene muchas historias dentro de una. Tiene mucho arte y aunque pareciera muy fantasiosa, es muy acertada al retratar no solo a la sociedad francesa, sino a la humanidad en general. Es un viaje tan extenuante dentro de esta pequeña ciudad, que nos tiene embrujados de principio a fin, aunque prácticamente este viaje vaya a ninguna parte.

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